Diego López-Galán
Concejal del G.M. Popular en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

Toma esta reflexión el título de una ópera de Erich Korngold basada en la novela Bruges-la-Morte, de Goerges Rodenbach. No es una obra demasiado frecuente en el repertorio ni en España ni en el mundo así que cuando la representaron en el Liceo de Barcelona hace un par de lustros acudí a verla por mi vínculo con la ciudad en la que residí una etapa de mi vida. La novela en la que se basa describe una ciudad, Brujas, en decadencia, los canales se colmatan, los barcos no pueden llegar a la ciudad y el comercio disminuye y la otrora opulenta y vibrante Brujas entra poco a poco en decadencia.
No se porque está idea vino a mi cabeza mientras paseaba por las calles de mi ciudad reflexionando sobre su estado actual. La abundancia de locales vacíos en venta o alquiler dan fe de un pasado mejor y auguran un futuro incierto. El Carnaval nuestra fiesta de referencia languidece por una mezcla de mala gestión y mala fortuna, pero lo cierto es que nuestros carnavaleros van a Santa Cruz para disfrutar de un Carnaval en la calle. Una política de movilidad cuestionable colapsa con puntualidad británica nuestras principales calles, calles que siguen en obras por una metroguagua que “ni está ni se le espera” en un futuro cercano. Los parques, plazas y jardines lucen descuidados mientras la mosca blanca coloniza todo lo verde en calles y balcones.
Coinciden esta semana en el tiempo cuatro concentraciones de colectivos vecinales para expresar su hartazgo por el abandono municipal, sus principales y legítimas demandas se centran en la seguridad ciudadana y la falta de limpieza. Lo básico de lo que debe ser una buena gestión municipal. Lo cierto es que lo que más sorprende de nuestra ciudad es la suciedad de las calles y, consecuentemente, el mal olor. No es una cuestión de un barrio determinado o de un momento en el tiempo, objetivamente la ciudad, toda ella, está sucia. La última y duradera ola de calor de octubre nos enseñó una nueva plaga: cucarachas y ratas que atraídos por la inusual temperatura exterior deambulan por nuestras calles haciendo suya la urbe en un escenario cuasiapocalíptico.
Que la ciudad está sucia no es una opinión subjetiva o sesgada, según la OCU en su última encuesta Las Palmas de Gran Canaria es la quinta ciudad más sucia de España de las 69 analizadas. Este lamentable puesto en el top five, centra las críticas de vecinos y comerciantes por encontrar papeleras y contendores a rebosar, excrementos caninos y una generalizada falta de limpieza.
De las primeras cosas que se le exigen a un alcalde es que mantenga la ciudad limpia, no es tarea fácil, pero es mucho más difícil cuando se hace mal. En Las Palmas de Gran Canaria existía un contrato para gestionar la limpieza. El contrato para gestionar la limpieza mecanizada y viaria de la ciudad desde el 1 de febrero de 2012. Tenía una vigencia de cuatro años más dos de prórroga, pero todos los plazos vencieron y el contrato nunca se volvió a sacar a concurso.
Así las cosas, el contrato expira el 1 de mayo de 2018 y, a falta de contrato nuevo, la empresa concesionaria (FCC) sigue prestando el servicio en precario, pero como no tiene dotación presupuestaria del Ayuntamiento cobra tarde y mal. Es la pescadilla que se muerde la cola: como la empresa cobra tarde, pero tiene que seguir prestando el servicio y pagar las nominas el servicio se resiente.
Recientemente hemos conocido que se van a contratar a 197 personas para reforzar el servicio municipal de limpieza. Bienvenidas sean, pero el problema es de fondo, hace falta un contrato que de soporte al servicio que se presta, adaptado a la realidad actual de nuestra ciudad, en caso contrario, volveremos a centramos a las tan publicitadas medidas de choque que, siendo necesarias, la realidad es que son más adecuadas para acontecimientos extraordinarios como cabalgatas o carnavales que para el mantenimiento ordinario de la limpieza viaria. A esto se une las noticias sobre que los camiones de limpieza estuvieron varios meses sin seguro.
No sé yo si deberíamos copiar el sistema de los cardenales cuando eligen Papa y no dejar salir del Ayuntamiento al Concejal de Limpieza hasta que termine el nuevo contrato de limpieza que dé soporte a las necesidades reales y actuales de nuestra capital. Esperamos una fumata blanca de limpieza porque sin eso, Las Palmas de Gran Canaria no podrá ser ni próspera, ni moderna, ni dispensar la calidad de vida que sus vecinos merecen.
Diego López-Galán
Concejal del G.M. Popular en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria