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PREVENCIÓN DE INCENDIOS FORESTALES

Helicópteros de día y Brigadas Forestales de noche, parte del dispositivo del Cabildo de Gran Canaria contra las imprudencias ante el alto riesgo de incendios

Canarias Noticias - 21/08/2020

El dispositivo del Cabildo de Gran Canaria ante la alerta máxima por riesgo muy alto de grandes incendios forestales este fin de semana incluye vuelos disuasorios de sus dos helicópteros durante el día y vigilancia nocturna de las Brigadas Forestales durante la noche para detectar cualquier incumplimiento o actividad de riesgo en una situación para la que la Institución reclama responsabilidad y evitar subir a la cumbre y medianías. 

“Es importante que la gente vea que permanecemos vigilantes”, afirma Marlene Nogueira, piloto de los helicópteros insulares, una profesional que vio nacer y crecer los fuegos del verano de 2019, realizó decenas de descargas y conoce perfectamente el riesgo que se cierne sobre Gran Canaria en este contexto donde las temperaturas superiores a los 40 grados, la humedad inferior al 30 por ciento y los fuertes vientos han abierto la llamada “ventana GIF” por la que entran los grandes incendios forestales.

A este despliegue especial del Cabildo, integrado en verano por más de 240 personas, se sumará también la vigilancia de las policías locales y servicios de protección civil municipales, al tiempo el Gobierno regional y la Delegación del Gobierno han hecho lo propio con la Policía Autonómica y Guardia Civil para procurar su presencia en zonas sensibles.

El Consorcio de Emergencias abrirá este sábado su base de Tejeda hasta el martes y refuerza San Mateo, así como las de Telde y Arinaga, al tiempo que la Unidad Militar de Emergencias (UME) está prealertada y la Institución insular puede contar con los medios autonómicos y nacionales dispuestos en otras islas en este gran operativo.



Vigilancia nocturna

La movilización de medios involucra también a las patrullas nocturnas de los equipos Bravo o Brigadas Forestales del Cabildo dentro de ese trabajo de vigilancia y disuasión de cualquier actividad prohibida y peligrosa en los montes, máxime tras los últimos episodios de focos nocturnos.

“Hay que adoptar todo tipo de medidas de prevención y evitar subir el campo, porque además por el día tampoco será agradable estar en la zona con las altas temperaturas y la baja humedad”, señala el jefe de Servicio Técnico de Medio Ambiente del Cabildo, Luis Fernando Arencibia.



Helicópteros, ojos de halcón ante negligentes

Así, los vuelos disuasorios se llevarán a cabo durante todo el fin de semana, permiten a su tripulación captar las coordenadas ante cualquier incumplimiento de las prohibiciones y da aviso inmediato a los agentes de Medio Ambiente. Uno de los problemas del patrón de incendios de Gran Canaria es que no existe percepción del riesgo y bajo el convencimiento de que “no pasará nada” algunas personas cometen las negligencias que llevan al temido gran incendio. Tanto es así que todos los incendios de la isla son por causa humana.

Nogueira y su compañero Francisco Correa, otro de los pilotos del Cabildo, ojos de halcón en esta situación, relatan que cuando las personas que incumplen las normas por usar maquinaria prohibida, quemar rastrojos o hacer fogatas son descubiertas reaccionan apagando la máquina, se esconden o incluso salen corriendo.

Aparte de esta importante labor de disuasión, sus funciones durante toda la campaña incluye verificar que los puntos de acopio de agua están surtidos, dar parte de puntos críticos donde es conveniente retirar combustible vegetal y tener en todo momento una fotografía general de las áreas más sensibles.

A bordo de cada helicóptero viajan cuatro personas, tres técnicos forestales más el piloto, si bien cuando se trata de atender llamadas por columna de humo, en cuyo caso la función del helicóptero es asestar un primer ataque rápido y contundente, despega con un equipo presa al completo, incluido el técnico helitransportado, cuya función una vez en tierra es dar indicaciones al helicóptero de por dónde y cómo necesita las descargas.

Entre tanto llega la primera indicación, el helicóptero toma una primera carga de casi mil litros de agua, y realiza la primera descarga con la intención de “calmar el fuego”.

Tanto Nogueira como Correa, con experiencia en múltiples escenarios, subrayan que las mayores dificultades de Gran Canaria se deben a su difícil y escarpada orografía, lo que dificulta incluso encontrar un lugar para dejar en tierra a los equipos de extinción a pesar de la versatilidad de estas naves, y los dejan en lugares de vértigo para otras personas, no así para los presa. También los vientos que se originan en los barrancos multiplican el peligro de su labor, tanto que los equipos califican Gran Canaria de los lugares más difíciles para operar.



La mejor extinción es la del incendio no se produce

Con el fin de evitar la primera chispa, la declaración de alerta máxima ha endurecido las restricciones, por lo que quedan prohibidas no solo las barbacoas portátiles, sino utilizar los lugares habilitados fuera de alerta para hacer fuego, el carboneo y las fogatas para la apicultura, así como el uso de maquinaria que genere deflagraciones o chispas, como radiales, motosierras, equipos de soldadura o desbrozadoras, al margen por supuesto de los fuegos artificiales y todas las prohibiciones que entran en vigor en verano, como las quemas de rastrojo y de cualquier tipo. En definitiva, el uso de cualquier elemento de ignición o que genere chispas.

A pesar del despliegue, el eje es la colaboración ciudadana, porque cualquier imprudencia puede ocasionar un incendio fuera de capacidad humana que inutiliza los medios para actuar frente a sus llamas de 50 metros, de modo la clave está en evitarlo.

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