Una falsa realidad, la conciliación de la vida laboral y familiar en las Fuerzas Armadas
La ministra de Defensa tiene el orgullo, como lo manifestó en su última comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, de decir que bajo su mandato se han extendido las medidas de conciliación familiar entre el personal militar.
Si bien es cierto que las medidas publicadas en el Boletín Oficial de Defensa (BOD) son tangibles, no es menos cierto que son prácticamente diarias las quejas que ATME recibe de sus socios sobre los problemas que sobre este tema tienen en las unidades. Por un lado, las cortapisas y trabas que imponen los jefes de unidad y, por otra, el recargo en las maniobras, servicios y funciones que tienen que realizar quien no disfrutan de estas medidas.
La falta de personal provoca que estos militares acogidos a dichas medidas sean no solos mal visto por muchos mandos, que al encontrarse con un número significativo de ellos en sus unidades entienden que no pueden cumplir los planes de instrucción y adiestramiento, sino también por sus compañeros que ven que el trabajo que no realicen recae sobre ellos.
Un ejemplo de todo esto se puede ver en la Brigada Canarias, donde se ha ordenado que todos los militares que tengan reducción de jornada deberán participar en al menos un ejercicio Beta anual, 1 ejercicio Alfa anual, una SIC y una Jornada de Instrucción continuada por semestre y una guardia de seguridad por semestre.
Como se puede comprobar no solo engloba de manera genérica a todas las reducciones, sino que marca que deberán ser “al menos” las marcadas, con lo cual autoriza a que puedan ser más en caso de considerarlo necesario.
La solución es relativamente fácil si el ministerio de Defensa quisiera verdaderamente afrontar este problema. Por un lado, aumentar las plantillas y, por otro, elevar las retribuciones para que los militares que se acogen a las medidas de conciliación puedan pagar a un cuidador cuando deban ausentarse de su domicilio por unas verdaderas necesidades del servicio.
