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"Noche en los confines de España", la angustia de Falla ante la Guerra Civil

Canarias Noticias - 13/04/2017

Manuel de Falla trató de ver a Lorca mientras estuvo detenido antes de su asesinato, intercedió por su amigo el dibujante Hermenegildo Lanz y su salud se deterioró ante la barbarie de la Guerra Civil, una angustia que recoge la exposición titulada "Noche en los confines de España".

En el Palacio de los Condes de Gabia de Granada hasta fin de mayo, la muestra, eminentemente documental, reúne parte de la correspondencia del compositor con amigos como José María Pemán y Fernando de los Ríos, algunos objetos personales y partituras de lo poco que compuso en el periodo al que se refiere la exposición, de 1931 a 1939, año de su exilio.

Durante estos años Falla vivió en Granada, que sólo abandonó brevemente para descansar en Mallorca, aquejado -así lo expresa en alguna de estas cartas- por el altavoz de unas atracciones cuyas emisiones llegaban al privilegiado emplazamiento del carmen de la Antequeruela, en el que vivía el compositor.

La relación de Falla con Pemán "es importante, pero se trata de un conflicto más amplio", según ha dicho a Efe Alejandro Víctor García, periodista que ha comisariado la muestra junto al musicólogo Jorge de Persia, que fue director del Archivo Manuel de Falla, que se conserva en Granada y del que proceden la mayoría de estos documentos.

El compositor dio la bienvenida a la República y en la carta a un amigo mostraba su confianza en que el nuevo régimen "siga la marcha normal por el mismo sereno camino", pero ese optimismo se disipó con la quema de iglesias, que le hizo vivir, según expresó en otra carta, "los días más amargos" de su vida.

En junio de 1931 escribió a Fernando de los Ríos mostrándole su "desesperanza"; en marzo del año siguiente a Gerardo Diego expresándole "lo que me hace sufrir el ateísmo oficial de España" para, en agosto de ese mismo año, volver a escribirle a De los Ríos contándole la "desoladora impresión" de haber visto la iglesia de San Nicolás destruida por el fuego.

El oscuro panorama que fue minando su salud, ya de por sí quebradiza, se acentuó con la Guerra Civil, lo que no impidió que se acercara al Gobierno Civil de Granada a interesarse por la integridad de su amigo Federico García Lorca, ni que en octubre de 1937 le escribiera al general Queipo de Llano para despejar dudas sobre su posición política y pedirle misericordia, en concordancia con el Evangelio.

Las cartas más numerosas son las que cruzó con Pemán, de quien rechazó su petición de ponerle música a su poema sobre la Guerra Civil "La bestia y el ángel", aunque sí accedió a hacerlo con el "Himno marcial", si bien, antes, hizo que el escritor gaditano retirara la palabra "bayoneta" de sus versos.

También escribió Falla al militar José Nestares, al cargo del retén de Víznar -donde fue fusilado Lorca-, pidiéndole que tuviera piedad de Hermenegildo Lanz, quien dibujó, entre otros, los figurines del "Retablo de Maese Pedro" y quien, aunque salvó la vida, fue depurado como profesor de la Escuela de Artes y Oficios.

A Pemán le escribió en noviembre de 1936 recriminando los fusilamientos, de los que decía: "Nuevas amarguras perturban mi espíritu por la aplicación frecuente de la pena capital" que consideró "de una notable desproporción" con las supuestas penas de los ejecutados.

Entre los documentos más curiosos se hallan las respuestas de Falla a un expediente de depuración de 1937 y la primera noticia escrita sobre la muerte de Lorca, del empresario José María Berriz al también empresario José María Rodríguez Acosta: "Anoche mataron a Federico García Lorca los de Falange", y a renglón seguido: "Sigamos hablando de nuestros negocios".

Organizada por la Diputación de Granada y montada por Alejandro Gorafe, la exposición reúne también fotos de época, como la que refleja a Falla y Pemán en una barquita dispuestos a desembarcar en la isla de Sancti-Petri, en Cádiz, en busca de las huellas de Hércules como inspiración para la inacabada "La Atlántida", todo lo cual se reúne en una sala pintada de "azul-Falla", el color que Ignacio Zuloaga "regaló" al maestro gaditano.

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