ÚLTIMA HORA

UN PAÍS PARA PSICÓLOGOS

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

La vida política en España ha entrado en un clima de astracanada que creíamos superado hace mucho tiempo, término ese que el DRAE define como “acción o comportamiento público disparatado y ridículo”. Los cabecillas de los partidos políticos hacen declaraciones para conseguir titulares llamativos, engañar a los votantes y para falsificar la lógica o distraer el sentido común, al mejor estilo de los vendedores de crecepelos en las películas del oeste. Proclaman y mienten con tal descaro, que a veces logran confundir al oyente. Mientras tanto, los militantes a la espera de ser carga pública, callan y aplauden para no dejar de salir en la foto, que diría Alfonso Guerra. Triste y patético, pero tan real como la vida misma.

En psicología se denomina “actitud asumida” a la propensión de un sujeto a actuar como si lo que creyera o pensara fuera una realidad incuestionable. Esa es la actitud y el comportamiento del Dr. Sánchez, que tan convencido está de haber sido tocado para ser presidente por aquella sonrisa del destino susurrada por Pablo Iglesias, que no ha tenido empaque (seriedad, gravedad, con algo de afectación o de tiesura, vuelve a decir el DRAE) para suplantar el papel institucional del Rey y auto adjudicarse el encargo de formar gobierno.

Mucho más llamativa, si cabe, es el comportamiento de Pablo Iglesias, que actúa como si ya fuera el vicepresidente primero del gobierno en funciones o por funcionar, generando unos celos irrefrenables en Carmen Calvo, que como murmuran los maledicentes que no son de su cuerda, no es casual que hubiera nacido en Cabra... Políticamente hablando, si Néstor Álamo viviera apostillaría lo de cabra loca e impredecible, la que al monte tira y nunca a la carretera.

Pero estos comportamientos merecedores de sesudos y académicos estudios psicológicos, que en muchos casos tal vez deban ser curados en el diván de un psiquiatra, no son exclusivos de los que se dicen ganadores de las elecciones, cuando en realidad sólo son la mayoría minoritaria. Y afinando algo mas el PSOE, que no Pedro Sánchez al que no se le votaba para ser presidente, sólo ha logrado obtener el 28% de los votos. O dicho de otra forma 7,2 personas de cada 10, no lo ha votado para ser presidente. Pero él dice que sí, ¡dito sea Dios!

En los otros partidos, se presentan dos tipos de actitudes diferentes, aunque no excluyentes. Una es la “actitud reactiva y pasiva”, caracterizada por la predisposición al conformismo, a la no acción o a una ausencia de iniciativa. Es la actitud del PP, heredada del rajoyismo que pensaba que los problemas se arreglan por sí solos, porque meterse en ellos es un lío. Como reza un proverbio árabe “si el problema no tiene solución ¿para qué te preocupas?, y si la tiene ¿porqué te preocupas entonces?”.

Por otro lado, los que debieran dar un paso adelante y luchar contra la actitud asumida del Dr. Sánchez, aunque perdieran la batalla, adoptan una actitud permisiva y a veces cómplice, escudándose en una imaginada tolerancia. Olvidan que jamás será recíproca y mientras permiten desviaciones de las normas, miran hacia otro lado. En política, lo hacen creando nuevos problemas ficticios para desviar la atención de lo esencial. Un claro ejemplo es esto es el silencio, o la justificación, del gigantesco delito sentenciado en el caso de los ERE.

Esta actitud, que no es nueva en el socialismo español, comportamiento heredado después por el PP, se puede llamar sin riesgo a equivocarse, “rendición preventiva”: dos no pelean si uno se rinde previamente. Tal vez nunca ha habido tan bajo nivel y tan alto cinismo en España.

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