ÚLTIMA HORA

NO SABEMOS LO QUE VA A SUCEDER Y ROSA MONTERO

Estamos en una etapa que no sabemos lo que va a suceder. Me recuerda aquella de hace cincuenta años. Esos años de entonces y estos de ahora, en los que estamos en la incertidumbre.

Los ciudadanos de a pie, los plebeyos o el vulgo al que pertenezco, que no sabemos demasiado o casi nada de todos los procesos sociales que se producen y que se están produciendo y que están dentro o fuera, están originarios y originales o están en esencia escondidos. Nosotros no sabemos lo que está sucediendo, no sabemos lo que va a suceder. No sabemos ni la genética, ni el desarrollo…

Andamos más con el temor y el temblor sin aparentarlo. Intentamos llevar una vida normal y rutinaria, con la sonrisa. Aparentando que no nos ocupa y no nos preocupa nada o casi nada. Aparentando calma y sosiego, pero no sabemos lo que va a suceder. Tememos varias soluciones y varias respuestas posibles.

Recuerdo aquellos años, algo de aquellos años, en mi adolescencia y juventud, aquellos diez años aproximadamente, que fueron desde 1972 hasta 1982, por poner dos fechas, en los que se produjeron tantos cambios, tantos rumores, tantos acontecimientos, pero claro está con la fuerza de juventud o con el olvido de la adolescencia, pues seguías tirando. Aquella época que marcó en muchos sentidos y maneras y formas el futuro de todos y el particular. Que no eras consciente de casi nada, pero que se palpaba en el ambiente y en el aire, temor y temblor y alegrías y esperanzas, y, distintas posibilidades que se podrían producir, y, que algunas se iniciaron.

Ahora, ha cambiado el tiempo personal, ahora, ya no estás en la juventud, ahora estás ya en la adultez y en la tercera edad, y, ahora, podríamos indicar algo semejante, llevamos unos años, y, todavía nos quedan unos cuantos más, que no sabemos lo que va a suceder. Algo de lo que ha sido realidad ya lo hemos soportado, pero estamos con la misma actitud y aptitud con temor y temblor, pero aparentando que no sucede nada, abriendo la sonrisa a la espera y a la esperanza. Nosotros que somos los ciudadanos mayoritarios y, de a pie, nosotros que somos los plebeyos y el vulgo. Nosotros que apenas sabemos lo que sucede, aunque algunos si crean que saben las estrellas que están en el firmamento…

Todo esto me lo ha recordado al confrontarme con un artículo de Rosa Montero, gran escritora, gran periodista, gran articulista, en una columna titulada: El sueño de los injustos, publicada o hecha luz en tinta negra sobre papel periódico en El País Semanal, del 21 de diciembre de 1980. En el que nos empieza la historia narrándonos como el otro día, un taxista le contaba “qué mal está esto”.

Nosotros los ciudadanos de a pie, nosotros los herederos de los plebeyos y del vulgo por todas las fases históricas, nosotros estamos con el temor y el temblor. Nosotros que estamos sufriendo y viendo con temblor y temor y con pena y angustia, aunque no lo expresemos, aunque parezca que la vida sigue igual, que cada puente, millones de personas se lanzan a las carreteras, quizás para olvidar un poco tanta incertidumbre y tanto sentirse vulnerables…

Nosotros, sí nosotros, que llevamos sufriendo no sé cuántas crisis económicas, cuántas crisis sociales, cuántos crisis morales de nosotros y de la sociedad, nosotros, que percibimos que el ambiente en Europa se ha complicado, sin saber el final, que el ambiente en el Mediterráneo también, tanto en el mediterráneo oriental y el occidental, nosotros que apenas sabemos nada o casi nada de lo que está sucediendo, nosotros que ahora apenas leemos periódicos en papel, y, por tanto, la información que recibimos es más rápida y no se permite volver a leer entre líneas, ya que la radio y la televisión e Internet, generalmente no se abre a dichas posibilidades…

Nosotros que no entendemos casi nada de lo que está sucediendo, solo conocemos varias posibilidades, nosotros esperamos que existan las elites políticas y económicas, que si sepan donde nos dirigimos, que si sepan pensar en el bien común y en el bien general, -con sentido común y prudencia y racionalidad y saber ortodoxo-, y, no solo en el bien de unos pocos, por muchos que sean, no piensen solo en el bien de algunos territorios, ni solo en el bien de algunas ideologías…

Nosotros que no entendemos bien, ni regular, porqué las dos grandes fuerzas políticas no se ponen de acuerdo, que van caminando cada una hacia un lado. Nosotros que estamos llenos de temor y temblor y de preocupación, porque no sabemos lo que va a suceder, no ya por nosotros, que estamos ya en la tercera edad, sino por nuestros descendientes individuales y por toda la sociedad y los ciudadanos de este país.

Nosotros que no sabemos si nos vamos introduciendo cada vez más y más, en un conflicto social y civil de gran envergadura, o, si por el contrario, nos están sacando de un conflicto civil y social de gran envergadura. Nosotros los ciudadanos, el vulgo y los plebeyos, entre los que  soy y entre los que estoy, pedimos paz social y paz política para tener pan y pan de todas las clases. Paz y bien.

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