ÚLTIMA HORA

LOS CUATRO HORARIOS DEL CAMBIO DE HORA

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

Desde hace bastante tiempo se viene hablando de la necesidad de cambiar la hora oficial para adaptarla a no se sabe muy bien qué, según el interés de quien lo propone. El asunto suele rebrotar en cuanto se acerca el último domingo de marzo o de octubre, días en el que se adelantan o se atrasan los relojes y quedamos desconcertados durante un tiempo, sobre todo las personas que acompasan su vida cotidiana con la luz del Sol.

Tras la polémica propuesta de la Comisión Europea, el Gobierno de España presidido por el Dr. Sánchez, y salvo rectificación de última hora, quiere elegir una comisión de 14 expertos para que estudie el asunto desde diversos enfoques. Si ese grupo de trabajo se constituye con auténticos expertos no influidos por intereses electorales de los partidos políticos, sino imbuidos de un auténtico espíritu de servicio a los españoles y se usan criterios más o menos científicos, el resultado puede ser muy interesante para marcar un nuevo ritmo de vida.

Como nota histórica, a la vista de la cantidad de inexactitudes y maledicencias que se están publicando sobre este asunto, el catedrático de Física Jorge Pérez Mira afirma que “desde hace 10 años han salido publicadas noticias que dicen que el horario en que se sitúa España lo decidió Franco por simpatía con Hitler. Pero nada más lejos de la verdad. En la Guerra Civil hubo 10 cambios de hora y al final Franco se decantó por el horario que había elegido De Gaulle en Francia, no por el alemán”. A más abundamiento, basta con leer la Orden de 7 de marzo de 1940, (BOE nº 68 de 8 de marzo, pág 1675/76, firmada por el subsecretario Valentín Galarza), allí se dice, “Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros países europeos y las ventajas de diversos órdenes que el adelanto temporal trae consigo...”. No se cita Alemania ni hay alineamiento con el nazismo.

Pero en este asunto, hay al menos cuatro cuestiones distintas que habría que tener en cuenta. La primera sería decidir si en el futuro habrá o no cambio de horario en verano y en invierno, tal como propone la Comisión Europea dilucidar. La segunda cuestión, caso de que se decidiera no cambiar el horario, transitoriamente saber cual de las dos opciones se deja.

La tercera cuestión, que está íntimamente relacionada con la segunda, es decidir en qué huso horario legal se coloca a España. Si se mantiene el mismo que el oficial en Francia o se toma el que correspondería a casi todo el territorio nacional, que sería el de Inglaterra. Sea como fuere, Canarias siempre quedaría con una hora menos que la Península y con la misma que Portugal. Y siempre esperando que el sentido común no sea roto por los nacionalistas catalanes y gallegos, pretendiendo tener una hora más y una hora menos que el resto de España por cuestiones del meridiano geográfico. Por cierto, el meridiano cero pasa por Zaragoza y no por Barcelona, por más que afirmen que pasa por la Avenida Meridiana.

Por último, hay una cuarta cuestión que también ocupa a muchas personas y que se refiere, sea cual fuera la solución política adoptada, estudiar una“racionalización” de nuestros horarios cotidianos. Este asunto es mucho mas problemático, pues afecta a una cierta idiosincrasia del español medio, que gusta almorzar sobre las dos de la tarde y cenar sobre las diez, con sobremesa o programa de televisión hasta medianoche. Para tratar con seriedad este asunto, ya en 2003 se celebró el primer acto de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles y su Normalización con los de los demás países de la Unión Europea. Desde entonces han elaborado documentos de trabajo, que ahora tendrán que desempolvar... o no, apostillaría Rajoy, o si hubiera otra acostumbrada rectificación del Dr. Sánchez.

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