ÚLTIMA HORA

LA POST-IDEOLOGÍA


No es casualidad, en los países donde las ideologías políticas son solo ornamento discursivo, como en los nórdicos, la calidad de vida posee un mayor rango en comparación a aquellos donde tienen gran vigencia en la praxis, como por ejemplo en Latinoamérica, concretamente Cuba, Venezuela, Nicaragua, Colombia y Chile, estos últimos se sumaron recientemente a una corriente izquierdosa causante de grandes tragedias.

No es primera vez que escribimos en contra de las ideologías que, en política, han dejado un mal sabor a lo largo de la historia, sin importar sean de izquierda, derecha o variopinta. Volvemos enfatizar, todas tienen un objetivo común: la perpetuación del poder, la instalación de nuevas élites.

Un país no es más prospero porque sea de izquierda o de derecha, sencillamente, lo que determina su bienestar es la institucionalidad, es decir, el apego a la ley que emana del recurso humano que lo dirige y se deja dirigir.

Otro factor que determina la calidad de vida es la educación, el valor que la nación le invierta en tiempo, recursos y atención. Aristóteles infirió “No hay que hacer leyes para los hombres, sino hombres para las leyes”, es decir, mientras más educado sea un ciudadano más atenderá a las leyes, facilitando no solo la convivencia social, sino todo el engranaje del Estado.

El trabajo es la fuente del bienestar personal y social. Los conductores del Estado (a todos los niveles) deben ser avalistas de las garantías, derechos y libertades que permitan a los hombres y mujeres desarrollar al máximo sus potencialidades, sus capacidades. La izquierda económicamente fracasó porque puso limitantes y condicionantes a la capacidad creadora del ser humano. La derecha fracasa al respecto cuando excede límites.

Ahora bien, no por querer ser rico usted es de derecha, no por querer el bienestar común usted es de izquierda, esas metas/deseos son parte de un proceso humano, de socialización, de jerarquización de prioridades. Usted puede querer ser rico y desear el bien común al mismo tiempo, las ideologías le hacen pensar que no.

Las ideologías son una traba para las naciones, intentan matizar lo bueno y lo malo, crear seres incondicionales, solidaridades inmediatas-automáticas, así como odios comunes, generalmente gratuitos.

Para que una nación prospere debe comprender que los gobernantes son solo empelados públicos, obligados a ser eficientes y transparentes, a los que las excusas le están prohibidas.

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