ÚLTIMA HORA

HIMNOS SIN ALMA O SIN ARRAIGO

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

No sé muy bien si hay alguna otra nación en el mundo además de España que no tenga un himno con su correspondiente letra, con estrofas más o menos evocadoras de honores, hazañas y glorias presentes o pasadas. Pero en nuestro país, la clase política ha secuestrado a todo un pueblo la posibilidad de cantar unidos y con un sentimiento común en las grandes ocasiones, unas veces de tipo patriótico, otras para animar y sentirse españoles en eventos deportivos.

Desde la Transición, los partidos que han hecho del rencor su bandera no han querido un himno con letra ni, probablemente, otro que no fuera “La Internacional”. Los políticos de otro signo, aún en épocas de mayorías absolutas, no se han osado reivindicar lo que es una obviedad, la anomalía de tener un himno sin letra que cantar y hasta para emocionarse en ocasiones. Los que no quieren letra saben muy bien que la alternativa a cantar es el silencio, tienen así la posibilidad de pitar o insultar sin correspondencia y sin que la justicia actúe.

Los partidos que no quieren letra para el himno de España, sin embargo si la tienen y la defienden con orgullo para sus territorios de influencia. Además la cantan a la mínima ocasión para envidia de todos los españoles. Por ejemplo, Cataluña y su “Els Segadors”, Asturias con su “Asturias, patria querida” o el PNV con su “Gora ta Gora”. Y hasta Canarias tiene su himno propio, un arrorró sin arraigo popular. Tiene una letra que es desconocida hasta para la clase política. Pero si Spain is different, Canary Island is very peculiar, muy asirocada dirían con arretranca magos y mauros, ya que la grave enfermedad del alma no está sólo en una isla.

Muy probablemente no hay nación en el mundo que no entone con orgullo patrio su himno. Y así fue en España hasta hace casi medio siglo, pues desde 1870 se cantaba el himno de Riego, que durante la República tuvo su letra anarquista alternativa, y durante el franquismo el actual con letra de Pemán. Es particularmente emocionante oír a los ciudadanos del Reino Unido, cantando el “God Save the Queen” o a los norteamericanos su himno nacional “The Star-Spangled Banner” (la bandera tachonada de estrellas). Hay algunos hasta un poco exagerados con eso, 20 minutos tarda en cantarse el himno de Argentina completo.

 Me viene a la memoria una escena patriótica, que reconozco me emociona profundamente cada vez que la veo o la recuerdo, en la mítica película Casablanca. Es aquella en la que el líder checo y héroe de la resistencia Víctor Laszlo desafía a un grupo de alemanes que cantan en el bar de Ricky uno de sus cantos guerreros. Consigue que el resto de los asistentes, mayormente franceses resignados, lo contrarresten entonando “La Marsellesa”, reivindicando así su sentido de patria ocupada pero no rendida en su más profunda esencia a pesar de Vichy. Eso mismo me gustaría poder ver y sentir cuando un grupo de independentistas pita el himno de España en, por ejemplo, un partido de fútbol abochornando a la mayoría de españoles ante la mirada incomprensiva de medio mundo y la inoperancia pusilánime del gobierno español.

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