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Verónica Miriel: la erótica rival de la italiana Ornella Muti

Canarias Noticias - 27/10/2019

Fue Verónica Miriel una de las más guapas actrices de su generación, quien ahora vive, con sesenta y cuatro años, totalmente retirada del cine, donde desde mediados los años 70 y el decenio posterior exhibió su espléndida anatomía Chilena de nacimiento vivió desde muy niña en España, primero en Madrid, luego en Barcelona y, finalmente, en Andalucía donde se radicó ya al final de su carrera. De sus inicios apenas sabemos que rodó un "spot" televisivo en el que, con ella en la imagen, se escuchaba una voz en "off" que anunciaba las bondades de una marca de chocolate, con el eslógan "La pequeña tentación".

Verónica Miriel sí que fue una tentación también cuando, a partir de cumplir los veinte años se dedicó al cine en películas de terror o simplemente eróticas donde se mostraba "en bolas". Fueron cuarenta y dos exactamente las películas en las que tomó parte, de las que se nos hace difícil elegir alguna que verdaderamente mereciera la pena. Casi todas ellas eran productos comerciales de ínfima calidad en las que se mezclaban secuencias de sangre, sexo y violencia. Los títulos "ya hablan por sí mismo", a saber: La maldición de la bestia, Las alimañas, El jovencito Drácula, Deseo carnal, La llamada del sexo, Siete chicas peligrosas, La amante ingenua, El maravilloso mundo del sexo, Doctor ¿estoy buena?... Si me apuran podemos citar otras tres que, aunque asimismo de dudoso interés, al menos resultaban más pasables, caso de Perros callejeros II, La nueva Marilyn y Las alegres chicas de El Molino.

La biografía profesional de Verónica Miriel es muy parecida a la de tantas jóvenes de su tiempo, en los prolegómenos y años posteriores de "la Transición", que llegaron al cine muy ilusionadas, algunas con cierto talento interpretativo, pero que fueron sencillamente utilizadas para que se desnudaran ante las cámaras a las primeras de cambio, tuviera o no justificación el argumento, de por sí ya frívolo y superficial. Cine a veces calificado con la consonante "S", referido al de imágenes eróticas, que tanto se acercaba al denominado con una "X", como se conocía al del "porno".

Con frecuencia esos cines de sesión continua tenían a espectadores varones sobre todo, que con la contemplación de aquellas beldades en pelotas satisfacían sus deseos en una España que, durante cuarenta años, había estado presidida en ese terreno, por una rígida moral que la censura franquista aplicaba sin contemplaciones en las películas, las representaciones teatrales, amén de otras manifestaciones artísticas.

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