El Papa Francisco ha anunciado un nuevo Consistorio que celebrará el próximo 28 de junio para el nombramiento de cinco nuevos cardenales, entre ellos el arzobispo de Barcelona, Juan Jose Omella.

Omella fue designado arzobispo de Barcelona en 2015 para suceder al cardenal Martínez Sistach. Encarna así a la perfección el nuevo perfil que busca el Papa Francisco. Obispos que han sido antes párrocos y que se encuentran cercanos a los fieles. De hecho, Omella ha ejercido de párroco en la zona del bajoaragón durante 20 años.

Es, por tanto, un cura de pueblo, pero con una sólida formación intelectual y que nunca abandonó ni la letra ni el espíritu del Concilio, siguiendo la línea episcopal que va desde Tarancón a Díaz Merchán, pasando por Osés, Echarren, Úbeda, Jubany, Yanes o Sánchez. Y, por eso, se puede decir que ha sido una de las 'parteras' de la actual primavera de la Iglesia. Porque Omella nació y creció y se mantuvo siempre alineado en el sector "social" de la Iglesia y del episcopado. Es decir, entre los obispos convencidos de que la Iglesia debe ser, ante todo, samaritana o, como dice el Papa "hospital de campaña".

Nacido en Cretas el 21 de abril de 1946, en el seno de una familia de agricultores, estudió Humanidades en el seminario de Zaragoza, para pasar en Filosofía al seminario de los Padres Blancos, con los que terminó la Teología en Lovaina. Como miembros de los misioneros de África, se fue a la misión del entonces Zaire (hoy Congo) y allí estuvo un año.

El tiempo suficiente, para que no perdiese nunca el gusanillo de África y de las misiones. De allí regresó de cura a los pueblos de Zaragoza, hasta que, en 1990, Elías Yanes, su amigo y protector, se fijó en él y lo nombró su vicario general, para pasar a obispo auxiliar de la sede del Pilar unos años después, en 1996.

Por poco tiempo, porque el 27 de octubre de 1999 fue nombrado obispo de la diócesis de Barbastro-Monzón, de la que tomó posesión el 12 de diciembre de 1999. Cinco años después, el 8 de abril de 2004, pasa ya a ocupar una diócesis importante, la de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Además de su experiencia y de su excelente recorrido pastoral, tiene "padrinos". Omella es amigo personal de dos de los cardenales más cercanos del Papa, el también turolense cardenal Santos Abril, arcipreste de la Basílica romana de Santa María la Mayor, y del cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga, moderador del G-9 y probable presidente del nuevo dicasterio romano de 'Justicia y Caridad', que se pondrá en marcha tras la reforma de la Curia vaticana.

Y no sólo eso. Omella conoce personalmente al Papa, desde su época de arzobispo de Buenos Aires y mantiene una estrecha relación con él. Además de esos apoyos externos, Omella puede presumir (aunque nunca lo haga) de contar con buen predicamento incluso entre sus compañeros obispos. De hecho, fue elegido por sus pares presidente de la comisión de Pastoral Social. Y, recientemente, de Roma le llegaba otro espaldarazo: el nombramiento de miembro de la comisión de Obispos, la fábrica romana, dirigida por el cardenal Ouellet, donde se cuecen los nombramientos episcopales de todo el mundo.